
Volver a nacer no está todavía disponible, modificarnos genéticamente está todavía en ciernes, pero mejorarnos físicamente a través de las manos artesanas de un sastre es una realidad total gracias al bespoke.
Hay una enorme colección de características físicas que, ya sean de nacimiento o por adoptar posturas incorrectas, pueden modificar nuestro cuerpo haciéndole adoptar formas que no nos gusten, una giba, algún tipo de cojera o una extremidad más voluminosa que otra, son ejemplo de ello. Aquí hago un alto para recordar que en general nadie es completamente simétrico o perfecto, pero que como los estándares estéticos buscan la mencionada simetría, existen ciertos conocimientos que pueden acercarnos mucho más a ella, tal es el caso de la creación de prendas hechas totalmente a medida que, desde su génesis, tomen en cuenta nuestras características particulares.
En este punto me gustaría resaltar la importancia de encontrar al sastre correcto, aquel que tenga el ojo y la pericia necesarias para hacer de un “defecto” algo imperceptible o para resaltar nuestras cualidades.

Un traje bespoke bien ejecutado podrá incidir en malformaciones como la de las personas llamadas “patizambas”, trabajando la caída del pantalón o la línea de planchado, para disimular el efecto de dicha forma en las piernas.
En el caso de personas cuya actividad diaria implica pasar muchas horas sentadas, o que simplemente encontramos en la inactividad nuestra actividad favorita, el desarrollo de la giba es siempre una posibilidad, que, en caso de presentarse, podrá corregirse gracias al trabajo con entretelas en el saco, esto para difuminar la transición de la espalda al cuello.
Existen diversos aspectos físicos en los que un perfecto traje bespoke tendrá gran impacto, creando efectos ópticos que nos resulten físicamente favorecedores, algo de magia en nuestras vidas, sin fines satánicos.

Crear una apariencia más alargada para “ganar” altura es algo que puede lograrse siempre verificando que las mangas de un saco dejen ver los puños de la camisa, también será importante que sean entallados los estilos que elijamos, lo que para nada quiere decir que sean justos o apretados. Al abotonar el saco o chaqueta, la abertura de esta deberá comenzar desde la cintura, creando así un escote más profundo de apariencia alargada. La base en todo esto es la búsqueda del equilibrio; los anteriores son sólo algunos ejemplos de lo que el bespoke puede hacer por nosotros para hacernos ver algo más altos, si es esto lo que buscamos.
Una apariencia robusta también podrá disimularse, incluso al usar un saco cruzado, que en el imaginario de muchos estaría prohibido para tal tipo de cuerpo, sin embargo, si se colocan sus botones algo más altos de lo común y algo más juntos, el resultado será una imagen esbelta, que todavía puede mejorar si en lugar de seis nos decantamos por cuatro botones, incluso se podría llegar a los dos botones, lo que estiliza mucho por alargar el escote.
La forma en que nuestro rostro se ve también puede resultar favorecida al momento de elegir el cuello que tendrá nuestra próxima camisa, por lo que tomar esta decisión no es cosa menor; por ejemplo, a las personas de cara ancha siempre vienen bien cuellos de ángulo inglés para estilizarla. La suma del bespoke con el sastre ideal tiene efectos espectaculares cuando de honrar el cuerpo se trata.

Tomar las medidas correctas, elegir los lanificios adecuados (en cuanto a sus propiedades y diseño), y escuchar las propuestas del sastre para equilibrar la figura, tiene el poder de mejorar la visión que tenemos sobre nosotros mismos.
Los cuerpos humanos no son perfectos, son eso, humanos, y si alguno es tachado de “irremediablemente defectuoso”, no hay que olvidar que todos somos parte del mismo espectáculo de curiosidades.

Araceli Ruiz Cabello