
Un sombrerudo en el centro de Londres
A inicios de mes tuve la fortuna de tomar parte en un evento en la flagship store de Ralph Lauren en Londres en el No. 1 de Bond Street. Naturalmente, las semanas antes pensé y sobrepensé el atuendo que llevaría. Esta marca representa la elegancia y lujo del estilo atemporal. Quizá un traje cruzado con solapa de punta habría sido apropiado. Sin embargo, el nombre también trae a la memoria looks vaqueros, por las pasarelas en las que Ralph se presenta usando una chaqueta de esmoquin con jeans, hermosos cinturones de conchos o piezas en denim originales de los años de gloria de Levi´s. Por empirismo, me siento más familiarizado con este otro estilo.

El vintage es la puerta a joyas únicas
Así pues, me di a la tarea de armar el mejor fit western posible para dicha ocasión. Ayudó también que era miércoles, por aquello del #WesternWednesday, y que encontré un cinturón increíble en una tienda vintage (@popboutique_official). De pies a cabeza, llevé un sombrero Stetson Open Road (original de los 50), un juego divertido entre henley shirt en verde olivo y camisa roja de franela a cuadros marca J. Press (la versatilidad de este dúo es poder usar la camisa fajada, pero abierta hasta el cinturón o bien remangar la camisa y exponer la manga larga de la henley), cinturón de conchos (una lata ponerlo y quitarlo, pero lo fabulosa nadie me lo quita), selvedge jeans de Levi´s con un parche que decoré con sashiko y botas de combate en café a juego con el cinturón. Ah, y un suéter cowichan del que ya hemos hablado en anteriores posts.

Fit y detalles del mismo
En esos días estaba viviendo en una zona poco desarrollada lejos del centro de mi pequeña ciudad, Leeds, que tampoco es de las más cosmopolitas del Reino Unido. Mi sombrero vaquero atrajo miradas en camino al tren. Dos horas después, ya en Londres, me sentí más cómodo en la capital mundial de la moda y el estilo. Ahí nadie se sorprendió de mi extravagancia, pues no era el único ni el más especial. Ese contraste me recordó a cuando en Ciudad de México tomaba el camión (la micro) en Iztapalapa acaparando las miradas de los vecinos por usar una bolsa de mano que al llegar al Centro o a La Roma se volvía mundano.

El trayecto en tren
La cosa es que todos vestimos para un grupo de personas determinado. Nuestros atuendos toman sentido cuando se está en el entorno adecuado. Los leggins de la señora de las quesadillas se ven raros porque no está haciendo ejercicio, está cocinando garnachas. Los jeans y playera del América en la boda resaltan por informales. El pachuco en el metro parece un anacronismo producto de un glitch en la matrix. Sin embargo, el mamado no se ve ridículo sin playera en el gym y el goth no resalta en el Real Under. Ese día en Londres me vestí para los ejecutivos, para demostrar a mis compañeros que puedo portar un traje de corte inglés tan bien como puedo hacer referencia a lo Western, a mis raíces mexicanas.

Normalicemos el milsurp-western-ivy
Contraintuitiva mente, me siento más cómodo usando estilo western en el extranjero que en México, porque en mi país nací y crecí lejos del rancho, pero fuera de él, a los ojos del grueso de la población, soy un sombrerudo guacamolero sobrino del Chapo y primo del Canelo. Incluso un día que estaba usando un hermoso y exclusivo chaleco tejido con motivos Chimayo, una señora de la limpieza me dijo que me veía como si la fuera a “put in the melting pot” (echar al cazo, referencia a las tribus caníbales). Sigo sin creerlo. Me llamaron salvaje, primitivo y caníbal. En fin, por más que fue incómodo, sigo con el ímpetu intacto de promover la estética que nos gusta a tantos.


Este chaleco de casi 500 libras lo conseguí en 39 en una tienda vintage.
Este mes terminé de entender que los humanos simplificamos el mundo como método de supervivencia. Es más fácil para el cerebro reaccionar a grupos de información que a expresiones individuales de detonantes. Por ello confiamos más fácilmente en los que hablan como nosotros. Quienes se ven y visten de forma similar a uno. Aquellos que han vivido experiencias similares con las que nos podemos relacionar. El gusto depende mucho más del individuo que del objeto. De tal forma que no se puede ignorar que al vestir, además de los factores obvios como la elección de colores, formas, telas, estilo, etc., también el clima, la hora del día, el evento y la ocasión son de gran relevancia.
La forma en que ataco la pregunta de “¿Qué me pongo hoy?” es: Según el contexto, usa lo que te haga sentir más cómodo usando el filtro del buen gusto personal.
Hasta la próxima.
@Mxn_boots_boy