
(La magia del tweed se esconde en la basta textura que aporta, además de la calidez.)
Se ha cumplido un año desde que emigré al país donde la sastrería encuentra sus raíces más robustas (no por hacer un juego de palabras sobre lo estructurado de lo inglés), también las más radicales y coloridas (como en el caso de Tommy Nutter y la Peacock Revolution). Durante este año, empecé a usar más sastrería debido al clima propicio para el layering y a que la calidad del vintage y las prendas de segunda mano no tiene comparación.

(Al la izquierda una mezcla de lana con cashmere. A la derecha 100% Harris Tweed. )
Estando en la cuna de la lana, era lógico que quisiera probar algo hecho con la legendaria tela Harris Tweed. Por fortuna, encontré una chamarra de los noventa que solo tuve que ajustar de la cintura, el resto aparentemente me quedaba bien. Al comprar vintage suelo elegir chaquetas por el tamaño del pecho, en mi caso 38. Me gusta mucho este blazer por su textura. Tiene un patrón de herringbone en un tono de avena tostada muy lindo, incluye subtonos en azul y mostaza que agregan versatilidad y elegancia a la tela. En este primer año en compañía de mi chamarra, he armado diferentes combos de los que estoy muy orgulloso.

Un color que permite con facilidad subir o bajar el nivel de formalidad.
Durante este año, creció también mi interés sobre sastrería. Circunstancialmente, un día leí en el trabajo la explicación de por qué las mangas en las chaquetas de Ralph Lauren son esbeltas como son. Intentan amalgamar lo mejor de la arquitectura cuadrada de la sastrería norteamericana con lo laxo y moderno de la italiana. Después de ese momento, comencé a notar detalles en mis sacos que ya no me gustaban tanto. Lo mismo que en la vida socrática: entre más se descubre, más se da cuenta uno de todo lo que ignora. Yo solo sé que no sé qué ponerme.

(Los pantalones de pierna ancha acentúan la boxiness y los de pierna recta desbalancean la figura.)
Comencé a notar que aunque el saco me quedaba bien en pecho y que la cintura había sido estilizada, los brazos eran exageradamente anchos para lo que yo buscaba. Esto crea el efecto de hacerme ver más presente en lo horizontal, más rectangularmente ancho, un estilo que fue popular antes de 1950, pero que no es lo que busco justo ahora.

Los brazos se ven más grandes, pero por las razones incorrectas.
Con mi nueva noción, llevé el saco a la sastre local y le expliqué lo que quería lograr, a lo que con naturalidad ejecutó la alteración con la destreza de quien ya no ve cuando hace. El resultado fue una chaqueta más balanceada, con mejor definición de un estilo jovial, pero aún atemporal. Es algo que me queda realmente bien en superposición a algo que creo que me queda bien.

Así se ve el saco hoy en día.

(Algunas características explicadas)
Por ahora solo tengo este outfit documentado, pero me siento mucho más seguro de mí mismo al usar el saco. Sé que los combos venideros serán aún mejores que los anteriores. Un año más de aprendizajes los respaldarán. Quizá en un futuro me interesa un tipo diferente de sastrería y me hace repudiar lo que hoy visto, pero eso estaría bien, poque significaría que he aprendido algo nuevo que me encamina a seguir experimentando con mi estilo. Lo bueno de la sastrería es que es una lingua franca que a veces habla en los acentos de moda, pero que en esencia se mantiene universal.

Outfit que usé para el Mole Sartorial 2022
Esta chaqueta no representa la máxima expresión sartorial. Nunca lo hará por más veces que la intervenga un sastre. La chaqueta no fue creada con ese fin. Me sienta mejor, pero no fue hecha para este cuerpo deforme con un hombro luxado, espalda ancha por la natación en la adolescencia, pero pecho plano por malos genes. No obstante, cuando tenga la oportunidad de comandar mi primer saco a la medida, tendré una idea muy clara de qué ruta tomar.
Hasta la próxima.
@Mxn_boots_boy